REBATLY i CASA DEL LIBRO van llençar el mes de juny la campanya Gracias, Biblioteca. Consistia en fer un escrit donant les gràcies a bibliotecàries i biblioteques. La biblioteca que rebia la història més emotiva guanyava 400 euros en llibres per a augmentar la col·lecció, i els lectors amb els relats més originals rebien un e-kindle.
De Cambrils quatre usuaris van acceptar el repte i van escriure els seus pensaments sobre la nostra biblioteca, dos dels quals van guanyar un dels e-kindles per la qualitat de les seves històries. Moltíssimes gràcies a tots!
Anirem publicant els relats al bloc, i avui comencem amb el del Juan Carlos Gil:
"Llegué a la biblioteca de Cambrils una tarde lluviosa de septiembre, tal vez influido por la gris atmósfera de aquel día pregunté a la bibliotecaria por un libro de Coetzee, me miró raro, pero accedió a acompañarme a la estantería rotulada con una C, se agachó y con un hábil movimiento de su índice derecho extrajo un libro que seguidamente depositó en mis manos. Mientras observaba la portada ella carraspeó, levanté la vista y vi cómo se acomodaba las gafas que al inclinarse le habían caído levemente. – Aquí lo tienes - me dijo – pero – siguió - ¿te gusta este escritor? – Aún no lo he leído, me lo ha recomendado un buen amigo - contesté. Ella volvió a agacharse y repitiendo el gesto anterior sacó otro libro de unos estantes más arriba. – Mira, quizás te interese algo más alegre – y depositó en mis manos de nuevo otro libro – este es de Andrea Camilleri, a mí me hace reír muy a gusto – y en su rostro se dibujó una enorme sonrisa blanca. Con ambos libros en las manos me dirigí a una de las mesas de la biblioteca mientras la bibliotecaria volvía a su puesto.
Me decanté por la segunda opción y en el mostrador, a la
salida, los blancos dientes de la bibliotecaria aprobaron mi decisión, Coetzee
podía esperar.
Pocos días más tarde al entrar de nuevo en la biblioteca el sol
se reflejaba con fuerza en la sonrisa de la bibliotecaria - ¿te gustó? – me
dijo sin tiempo de saludar aún. – sí, mucho. Y me divirtió. – añadí. Aquello marcó el comienzo de una relación
literaria muy fecunda, Claudel, Dahl, Foster Wallace y muchos otros escritores
fueron fieles compañeros durante aquel invierno. Pero constantemente nuestras
sonrisas se sincronizaban al entregar de nuevo en el mostrador un Camilleri que
tomar prestado. No sé cómo agradecer a Camilleri su productiva carrera
literaria, que para mí se convirtió en hermosas sonrisas y divertidas
conversaciones donde destripábamos las mejores páginas de sus libros y reíamos
a gusto glosando la torpeza de Catarella, los enfados de Livia o las
entrañables excentricidades del comisario Montalbano. Y claro las historias se
fueron entrelazando, lo otro llevó a lo uno y la bibliotecaria y yo comenzamos
una bonita relación de amistad ordenada a partir de la letra C.
En la biblioteca aprendí que en todos los lugares, incluso allá
donde los libros se acurrucan ordenados alfabéticamente, esperando a ser
vividos por los lectores, allí mismo lo más importante es siempre encontrar una
sonrisa, una palabra amable y una conversación amistosa."
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